Todas las religiones nos imponen a una tercera persona para que nos indique el camino que debemos seguir para alcanzar el bien, es decir para ellos sólo el sacerdote o el ministro es la persona indicada para escuchar nuestras penas y nuestros pecados que hemos cometido para que sean ellos quienes nos han de imponer el castigo por nuestras faltas, muchas de las cuales son por ejemplo el faltar a los servicios religiosos, el pensar mal de algunas personas, el no dar oportunamente nuestras aportaciones a la iglesia y asuntos por el estilo.
Pero les pregunto ¿con ello ya tuvimos un acercamiento con Dios? en realidad sé que la respuesta es que NO, si nosotros echamos al agua una piedra y luego la sacamos veremos que esta sigue teniendo sus mismas características, aunque ahora esté húmeda y algo limpia, pero esto solo es por la superficie.
Sin embargo si ésta la echamos en el fuego, veremos después de un cierto tiempo que quizá esté hecha pedazos o inclusive que se hubiera hecho polvo, es decir ha cambiado su apariencia.
Analizando ambas situaciones nos encontramos con que si asistimos con asiduidad a la iglesia queremos que la gente nos vea que vamos a ella, que los ministros se fijen que asistimos a los servicios, etc. no es suficiente con aprendernos las lecciones de la iglesia, no eres mas que aquella persona que cuida de sus bienes para que estos se reproduzcan.
No es suficiente eso a menos que hagas lo que Cristo mencionó "que os convirtáis como niños para que veas el reino de los cielos", es preciso nacer de nuevo para ver el reino de Dios.
Es por eso que debemos despojarnos de nuestros prejuicios, de nuestras vanidades, de nuestros odios, etc. para convertirnos en criaturas limpias, para que nuestra pureza nos pueda guiar hacia la gloria de Dios. Para ello debemos analizar con detenimiento que hemos hecho para que con nuestras acciones nos alejen de Dios para encontrar lo que con nuestra soberbia hemos perdido, solo de esta manera lo podremos encontrar.
ISRAEL
