“LOS ORÍGENES DEL HOMBRE”
Los
orígenes del hombre es uno de los más grandes misterios de la creación, pues
científicamente no podemos creer lo que se manifiesta en los libros sagrados de
las religiones, tales como la Biblia, La Torá, La cábala y otros.
Antropológicamente
el género humano apareció sobre la tierra con el hombre erectus, hace
aproximadamente 500,000 años, pero ya como un ente pensante, es decir el homo
sapiens, aparece alrededor de 100,000 años antes de Cristo. Según la ciencia
existieron diferentes seres de este tipo como son: El hombre de Neanderthal, a
quienes se le atribuyen los cultos a los muertos; El hombre de Cromañon, a
quien se le atribuyen las pinturas rupestres y por último al homo sapiens, es
decir el hombre que sabe que sabe, que según sus estudios apareció
aproximadamente 30,000 años antes de nuestra era. Estos datos están basados en
descubrimientos antropológicos y arqueológicos.
Sin
embargo, cuando las civilizaciones estaban en su apogeo en algunos continentes,
otras razas infinitamente más evolucionadas estaban presentes en otras partes,
entre ellos estaban los Atlantes, Egipcios y Sumerios.
Desde
el punto de vista místico, lo que nos interesa es la evolución de la conciencia
humana, aunque es prácticamente la época en que el hombre empezó a tomar
conciencia de sí mismo, mucho menos cuando empezó a hablar y pensar por primera
vez.
La
historia del hombre trasciende mucho más atrás de la creación de su cuerpo físico,
pues ello comienza genésicamente cuando su alma fue creada en el pensamiento
divino y proyectada al mundo material. Después de ese momento alegórico el ser
humano prosigue su evolución física y espiritual, de acuerdo con los decretos
del Creador que han sido establecidos.
La
superioridad del hombre con relación a los otros reinos vivos estriba en que él
se beneficia de su propia naturaleza espiritual y que dispone de facultades
mentales que le permiten expresar esa espiritualidad latente.
Cada
ser humano es por lo tanto una entidad que forma un todo único y cuya
conciencia posee su propia historia. Esto es así porque está dotado de un alma
que le es propia y que ha evolucionado a través del tiempo y el espacio.
Si
analizamos lo explicado por la ciencia contra lo que explico aquí,
encontraremos que aquella trata de explicar que es la evolución mental la que
se ha adaptado a su naturaleza física, mientras que tomando en cuenta lo que
explico aquí y que debemos entender en los manuscritos sagrados y de las
escuelas antiguas de los misterios es exactamente al revés, es decir primero
fue creado en la mente de Dios y luego se le dio forma material, pues es la
conciencia cósmica la que incita a la materia para que ésta provea los
vehículos más apropiados para su evolución.
Las
teorías científicas no aportan ninguna respuesta que satisfaga acerca de las
razones que impulsan la vida a manifestarse tal y como lo hace en la tierra, se
limitan a explicar el aspecto fisiológico, dejando a un lado el aspecto
espiritual y místico.
Por
su parte la mayoría de las religiones afirman que el hombre ha sido hecho a
imagen y semejanza de Dios y que el hombre ha sido siempre como lo conocemos en
la actualidad.
El
judaísmo y el cristianismo enseñan que la humanidad procede de Adán y Eva,
considerados como el primer hombre y la primera mujer que vivieron sobre la
tierra. El relato bíblico correspondiente ha sido interpretado literalmente,
pero esto no es más que una alegoría. La pareja originaria nunca ha
representado al padre y a la madre sino más bien que las leyes cósmicas que
hicieron posible la aparición de la humanidad.
En
el aspecto místico la humanidad obedece a la ley de la evolución, y ésta se
cumple de manera continua a través de todos los reinos de la naturaleza. La
conciencia humana es el resultado de la evolución progresiva que sigue animando
formas de vida cada vez más complejas y cada vez más aptas para manifestar sus
atributos. Esta evolución puede además operar en un grupo de planetas
distintos.
Así
pues la superioridad que el Creador le ha concedido al hombre es solamente del
orden mental y espiritual. De hecho no existe ningún ser vivo que sea superior
a otro delante de Dios, únicamente deberá sacrificarlos para proveerse de
alimento o por otra razón verdaderamente legítima. El hombre tal y como lo
conocemos es un ejemplo de los prodigios que la naturaleza es capaz de
realizar. Su existencia no tiene otra finalidad que servir a la evolución del
alma universal, por tal motivo no debemos pensar que el ser humano es el
preferido por Dios.
ISRAEL CORONADO